La llegada del verano, el calor y los cambios en la rutina pueden suponer desafíos adicionales para las personas con la enfermedad de Alzheimer y quienes las cuidan. Por ello, es fundamental que las personas cuidadoras y familiares tomen medidas preventivas y sean conocedores de los riesgos asociados para procurar el bienestar de quienes cuidan.
En este contexto, la Fundación Pasqual Maragall ha pone a disposición de la población una serie de recomendaciones para que las personas con Alzheimer y quienes cuidan de ellas puedan disfrutar de un verano seguro y agradable:
- Pedir ayuda profesional. En caso de incertidumbre, es recomendable buscar orientación de equipos profesionales cualificados. Además de los consejos proporcionados a continuación, es crucial saber que cada situación individual puede requerir recomendaciones específicas. Por lo tanto, además de contar con estas pautas generales, es importante consultar con el equipo médico especialista o con profesionales asistenciales para evaluar la conveniencia de realizar viajes o introducir cambios significativos en la rutina.
- Mantener las rutinas. Procurar mantener los hábitos, planificar con antelación las actividades y salidas, y respetar los horarios de comida y descanso contribuye significativamente a evitar situaciones estresantes y a mantener el nivel de funcionalidad de la persona con Alzheimer.
- Evitar las horas de mayor calor. Planificar las actividades al aire libre durante las primeras horas de la mañana o al final de la tarde, cuando las temperaturas son más bajas contribuye a una experiencia más placentera y segura para la persona con Alzheimer.
- Adaptar las actividades que se realicen. Fomentar que las actividades sean seguras y adecuadas evitando aquellas que puedan causar confusión o ansiedad.
- Procurar la adaptación del entorno humano. Si la logística familiar requiere pasar un tiempo en casa de un familiar no habitual, es importante que quienes acojan comprendan las rutinas y costumbres de la persona con Alzheimer. Si va a alojarse unos días en un establecimiento turístico, es aconsejable informar al personal del alojamiento sobre la situación para tratar de minimizar riesgos o situaciones incómodas.
- Fortalecer los lazos familiares. Para procurar que tanto toda la familia disfrute de un verano gratificante, es esencial mantener una comunicación abierta y efectiva con la familia. Esto facilita llegar a acuerdos que alivien la intensidad de dedicación de la persona cuidadora principal y promuevan el bienestar general. Es importante que la persona cuidadora se sienta libre para expresar tanto sus propias necesidades como las de la persona con Alzheimer, buscando soluciones que beneficien a todos los involucrados.
La Dra. Nina Gramunt, neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall, señala que “el verano y las vacaciones pueden ofrecer oportunidades para que distintos miembros de la familia puedan contribuir al cuidado y al bienestar de un ser querido con Alzheimer y, a la vez, que la persona cuidadora pueda descansar y disfrutar de un tiempo de ocio”.