Cuando un ser querido es diagnosticado con Alzheimer, el impacto de la enfermedad afecta a todos los miembros de la familia. Esto incluye también a los más jóvenes. Por eso, y coincidiendo con la celebración en España del Día de los Abuelos, la Fundación Pasqual Maragall comparte algunas estrategias para comunicar a niños y adolescentes que su familiar tiene Alzheimer. Se debe tener en cuenta cada situación, adaptando la información según la edad, buscando el momento más idóneo y evitando forzar la situación.
El objetivo de estas recomendaciones es facilitar las herramientas para gestionar situaciones y emociones y para que los jóvenes y niños no se sientan confundidos o asustados frente a ciertos comportamientos del familiar afectado, que puedan entender el porqué de las reacciones y se abra una puerta para que pidan explicaciones si las necesitan. Es esencial que cuenten con toda la información y se evite esconder o maquillar la situación, ya que podría provocar malentendidos. Sin embargo, hay que adaptar la explicación de la enfermedad a cada edad y perfil para que lo puedan entender bien.
Tal y como explica Sandra Poudevida, terapeuta senior de la Fundación Pasqual Maragall, “hablar abierta y directamente con los más jóvenes de la familia sobre el Alzheimer es una muy buena forma de disminuir su desconcierto. Si disponen de información adecuada, veraz y adaptada a su edad, los niños y adolescentes de la familia también pueden implicarse en las atenciones a la persona enferma, promoviendo que se fortalezca el vínculo afectivo entre ellos. Compartir la información es, además, una buena manera de favorecer la unidad familiar y el apoyo mutuo“.
A la hora de explicar a un niño o adolescente que un familiar sufre Alzheimer, no hay una fórmula única. En este sentido, es aconsejable tener presentes algunas recomendaciones:
1. Dar la información de forma clara y concisa: lo primero de todo es que puedan entender que la conducta del familiar es consecuencia de la enfermedad y que no lo hace de forma intencionada. Conocer los principales síntomas hará que puedan entender sus comportamientos y no se sientan mal.
2. Adaptar la información según la edad del niño: tanto niños como adolescentes tienen la misma necesidad de saber qué está pasando y, por ello, la información debe transmitirse de manera simple y adaptada a cada edad. A los menores de 4 años, es recomendable no dejarlos nunca solos con la persona con Alzheimer para paliar posibles situaciones en las que puedan sentirse desprotegidos. A partir de los 4 años, se proponen, de forma orientativa, una serie de putas para tratar la cuestión:
- De los 4 a los 7 años: en esta etapa es difícil entender enfermedades que no tengan consecuencias físicas evidentes. Se recomienda incorporar explicaciones muy sencillas sobre qué es el Alzheimer y la memoria, haciendo énfasis en cómo es de necesaria para todo: para recordar los nombres de las personas, el día en que estamos o los nombres de los objetos. Será importante recordar que la enfermedad afecta a la memoria, y a veces a la conducta y el carácter, pero que el amor que siente su abuelo por ellos no ha cambiado.
- De los 8 a los 12 años: en esta franja es probable que los niños pregunten directamente qué le pasa a su abuelo o abuela, por lo tanto, se debe incluir una respuesta con el concepto de enfermedad y de qué trata, explicando algunos de los síntomas de forma didáctica, y haciendo comparaciones con enfermedades que ellos puedan conocer, como puede ser un resfriado.
- A partir de los 13 años: en esta edad los conocimientos sobre la enfermedad son más amplios y los jóvenes ya saben cómo funciona el cerebro y la existencia de las enfermedades neurodegenerativas. Con las explicaciones oportunas, podemos hablar abiertamente de qué es el Alzheimer y todo lo que conlleva. Aquí, se debe ayudar a comprender que no hay dos enfermos iguales y que no todos los casos se comportarán igual. Es importante promover la relación entre la persona afectada y el adolescente e involucrarlo en la tarea de cuidarlo o pasar tiempo juntos. También es crucial hacer saber al adolescente que puede contar con la ayuda de un adulto para resolver dudas o miedos que pueda tener.
3. Buscar el momento más adecuado para hablar del Alzheimer con niños y adolescentes: hay que buscar un momento oportuno y relajado para poder atender sus reacciones y sentimientos. Es esencial crear un espacio para que hagan preguntas y captar sus inquietudes. Además, és importante que comprendan que si nos muestran lo que sienten, será más fácil que les podamos ayudar a entender la situación.
4. Pensar actividades para realizar conjuntamente: puede ser un buen momento para propiciar el acercamiento entre el niño o niña y el familiar afectado, tareas como, por ejemplo, poner la mesa, regar las plantas o doblar la ropa. También es recomendable ayudarle con información del pasado como mirar fotos o una película antigua.
5. No forzar las situaciones: el rato que pasen juntos debe ser agradable, por lo tanto, si el niño se siente incómodo o asustado por cualquier conducta, será mejor no forzar estos encuentros. De la misma manera, y por la seguridad de ambos, hay que estar atentos a cualquier situación que requiera supervisión.
Para más información sobre cómo explicar la enfermedad a niños y adolescentes, podéis visitar el blog de la Fundación Pasqual Maragall, ‘Hablemos del Alzheimer’, con información rigurosa y validada por profesionales.