Preguntas frecuentes

ALGUNAS RESPUESTAS
En la Fundación Pasqual Maragall investigamos para poder determinar qué desencadena el Alzheimer y ayudar a su prevención, pero aún a día de hoy existen muchas dudas entorno a esta enfermedad. Aquí puedes encontrar algunas preguntas para las que sí tenemos respuesta.
¿Qué es la demencia?, ¿es lo mismo que el Alzheimer?
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Hablamos de demencia cuando una persona experimenta un conjunto de síntomas que implican la pérdida gradual y progresiva de la memoria, el pensamiento y las habilidades mentales en general. La demencia por tanto no es una enfermedad en sí misma, sino un término que engloba diferentes tipos de enfermedades, entre ellas, el Alzheimer, que es la causa más común de demencia.
¿Qué es el Alzheimer?
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El Alzheimer es una enfermedad cerebral, no contagiosa, progresiva e irreversible, que altera la personalidad y destruye de forma gradual la memoria de una persona, así como las habilidades para aprender, razonar, hacer juicios, comunicarse y llevar a cabo actividades cotidianas. Estas habilidades se pierden como consecuencia de la muerte de un tipo de células del cerebro, las neuronas.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Alzheimer?
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La enfermedad de Alzheimer presenta síntomas que tienen una afección directa sobre las actividades de la vida cotidiana. Los síntomas del Alzheimer son cognitivos y conductuales. Algunos de estos síntomas del Alzheimer son:
- Olvidos o dificultad para recordar información reciente, como qué ha comido o qué ha hecho durante el día. Olvidos de fechas o hechos relevantes, del día de la semana o del año en curso.
- Repetición en bucle del mismo tema o pregunta: dónde vamos mañana o quién vendrá de visita.
- Dificultad para seguir instrucciones, realizar la contabilidad doméstica, tomar la medicación correctamente, cocinar, ir a comprar o vestirse.
- Necesidad de contar con la ayuda de los demás para hacer cosas que antes la persona hacía sola o necesidad de más tiempo para hacerlas.
- Dificultad para orientarse en lugares conocidos, como no saber volver a casa cuando ha salido a comprar o confundir los lugares donde acaba de estar o en los que se encuentra en este momento.
- Confusión con la identidad de las personas y dificultad para apreciar el paso del tiempo, como confundir a conocidos actuales con otros del pasado.
- Dificultades para seguir una conversación, mostrar un lenguaje empobrecido, a menudo con dificultades para nombrar objetos cotidianos, o abandonar una conversación a medias sin ser consciente de ello.
- Pérdida de objetos personales importantes o dinero.
- Alteraciones del juicio que propician que caiga fácilmente en engaños por parte de otras personas.
- Alteraciones del cuidado y la higiene personal y del hogar.
- Falta de interés o dificultad para realizar actividades a las que era aficionada.
- Pérdida de interés por la interacción social con otras personas. Dificultad para interpretar bromas o el estado de ánimo de los otros.
- Cambios de personalidad: a menudo la persona se vuelve más desconfiada e incluso agresiva, o puede estar deprimida y llorar sin motivo aparente.
- Nerviosismo en ambientes o situaciones nuevas que la persona tiene dificultades para controlar.
Consecuencias propias del envejecimiento
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- Olvidar ocasionalmente las fechas señaladas: aniversarios, actividades programadas como, por ejemplo, una visita al médico….
- Cometer errores ocasionales en las actividades de la vida diaria, por ejemplo, al cocinar, y ser consciente de ello.
- Necesitar ayuda para la utilización de aparatos nuevos (móvil, máquinas expendedoras o electrodomésticos).
- Tener dificultades para encontrar una palabra exacta durante una conversación, pero siendo consciente de lo que se quiere decir.
- Perder cosas de manera ocasional, ser consciente de que lo más probable es que las haya perdido uno mismo, y en general, ser capaz de encontrarlas.
- Tomar decisiones equivocadas ocasionalmente.
- Dejar de hacer actividades sociales o aficiones simplemente porque no apetecen o por cansancio.
- Acostumbrarse a realizar actividades de una manera determinada y sentirse incómodo con los cambios.
- Volverse menos tolerante con los otros o adquirir unos hábitos más solitarios.
- Sentirse menos atraído por las cosas nuevas o adquirir hábitos de vida muy repetitivos.
- Sentirse mentalmente menos ágil o tener más dificultad para aprender cosas nuevas.
¿Existe una cura? ¿Cuál es el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer?
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No existe ningún tratamiento que frene o modifique la evolución de la enfermedad. Hay medicamentos que ayudan a paliar de forma temporal la sintomatología. Entre los más frecuentemente utilizados están la rivastigmina (Prometax, Exelon), la memantina (Ebixa, Axura), el donepezilo (Aricept) y la galantamina (Reminyl).
Si no existe una cura, ¿por qué es tan importante el diagnóstico?
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Disponer de un diagnóstico de Alzheimer permite al propio enfermo hacer planes de futuro y tomar sus propias decisiones antes de que no pueda hacerlo. El diagnóstico es clave en el manejo y salud de la persona enferma. Una pérdida de memoria no es necesariamente un diagnóstico de la enfermedad. Una visita al neurólogo permitirá excluir la posibilidad de que los síntomas tengan una causa distinta y potencialmente tratable. Llegado el caso de que se diagnostique la enfermedad, la persona enferma y sus cuidadores podrán contar con los cuidados y tratamientos más adecuados a la hora de mejorar transitoriamente los síntomas.
¿Qué causa la enfermedad de Alzheimer?
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Al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades, hoy en día todavía desconocemos cuáles son las causas que originan la enfermedad de Alzheimer. Cada vez son más las evidencias que apoyan la idea de que no hay una única causa, sino que son varios los factores que, en mayor o menor medida, pueden incidir en su posible desarrollo. Es lo que conocemos como factores de riesgo del Alzheimer. Unos son modificables y otros no. Se calcula que se podría prevenir el Alzheimer en uno de cada 3 casos incidiendo en los factores de riesgo que sí podemos modificar.
¿A quién afecta más esta enfermedad: a los varones o a las mujeres?
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No existe una inclinación a padecerla más un sexo que el otro. Si en las estadísticas aparece un mayor número de enfermas, se debe principalmente a que la esperanza de vida de las mujeres es mayor que la de los hombres.
¿Difiere la enfermedad de Alzheimer de una persona a otra?
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Sí, la enfermedad afecta a cada persona de forma distinta. Ni la duración ni la velocidad del declive son iguales para todos los enfermos. Existe un mismo patrón que se repite, con una evolución típica de la enfermedad que se divide en sucesivas fases del Alzheimer en función de los síntomas habituales. Sin embargo, el impacto y la sintomatología dependen de cada persona enferma, y, por ello, cobran especial relevancia la personalidad, las condiciones físicas y la situación social de cada enfermo. De ahí que cada familia deba encontrar su propia manera de vivir con la enfermedad. Además, en algunas personas, el Alzheimer se suma a otros problemas de salud pre-existentes que pueden hacer más difícil su cuidado. Ante esta situación, debe consultar a su médico para que le aconseje la mejor manera de controlar ambas enfermedades.
¿El Alzheimer es hereditario?
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En la inmensa mayoría de los casos de Alzheimer (99%) los genes no son los únicos responsables de la enfermedad. Por eso, tener un padre o una madre con la enfermedad no implica irremediablemente que los hijos sufran la enfermedad. Raramente podemos atribuir una causa genética al Alzheimer. De hecho, esta forma hereditaria de la enfermedad representa únicamente el 1% de todos los casos de enfermos de Alzheimer.
Dado que la práctica totalidad de los casos de Alzheimer no son de tipo hereditario, ninguno de los voluntarios del Estudio Alfa es miembro de familias con Alzheimer hereditario.
¿Qué puedo hacer para reducir el riesgo?
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Cada vez tenemos más indicios para afirmar que prevenir el Alzheimer está en nuestras manos. Siguiendo estos consejos, se calcula que podríamos evitar casi uno de cada tres casos.
- Tienes que cuidar tu corazón: ¿sabías que lo que es bueno para el corazón también lo es para el cerebro? Haz deporte, lleva una vida social activa, come saludablemente y pon retos a tu cerebro (juegos de memoria, lectura…). Estas pequeñas cosas pueden ser nuestra mejor arma para protegernos del Alzheimer.
- Puedes reducir el riesgo de tener Alzheimer cambiando tus hábitos: acaba con el sedentarismo, controla tu tensión arterial, evita los excesos y el sobrepeso, y no fumes.
¿Dónde estará mejor el enfermo: En su hogar o en una residencia?
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Un diagnostico precoz permitirá a los enfermos de Alzheimer expresar su voluntad al respecto para cuando ya le sea imposible tomar decisiones. La persona puede estar en su hogar siempre que cuente con los cuidados humanos y sanitarios necesarios para su bienestar. Sin embargo, conforme avanza la enfermedad, proporcionar este cuidado a personas afectadas se puede volver cada vez más complicado.
Existen alternativas y recursos sociales para contar con la ayuda de profesionales a la hora de compartir la tarea del cuidador: centros de día, viviendas tuteladas, residencias y ayudas en el domicilio.
Optar por una residencia que ofrezca 24 horas de atención puede ser una alternativa que deben sopesar entre el cuidador principal, la familia y el médico, contando con la voluntad expresa del enfermo. La decisión de llevar a la persona enferma a un entorno más protector no es fácil.
Para el cuidador familiar, tomar esta decisión es muy duro y doloroso. Aun así, debe prevalecer el bienestar del enfermo y que reciba los mejores cuidados a su alcance. En este sentido, una residencia puede ser la opción que mejor se ajuste a las necesidades de todos los implicados.